La mejor estancia de Neruda en España sin duda fue cuando lo trasladaron como cónsul de Chile primero a Barcelona y luego a Madrid, en 1927
Muy diferente es esta segunda visita del poeta a España. En la primera, estuvo sólo de paso, no era tan famoso, y carecía de amigos españoles. En cambio ahora, en el 1934, va en funciones oficiales permanentes, goza de un merecido renombre, la amistad de García Lorca le abre el rico mundo intelectual de la República. Los escritores de la generación del 27, especialmente Vicente Aleixandre y Rafael Alberti, serán sus amigos. Manuel Altolaguirre le ofrece la dirección de la revista Caballo Verde para la poesía. García Lorca lo presenta en la universidad de Madrid. Neruda vive en el barrio de Argüelles, en la Casa de las Flores, “una bella casa con perros y chiquillos”, según recuerda en el poemaExplico algunas cosas.
Fue un tiempo feliz para el poeta. Su vida personal cambia con el encuentro de Delia del Carril, que lo acompañará durante largos años. Entre los poetas más jóvenes, Miguel Hernández y otros pasan a ser sus amigos y discípulos. La obra del chileno alcanza por esos años resonancia internacional.
Aunque compañero de los poetas del 27, discrepa de ellos. Critica su esteticismo y opta por una poesía sin pureza, en la cual encuentran un lugar de privilegio los motivos y las expresiones cotidianas, aun las más prosaicas. La amistad, sin embargo, no se altera. Entre los poetas mayores de la Península, sólo Juan Ramón Jiménez se mantuvo distante de Neruda. En su libro Españoles de tres mundos, de 1492, criticará este hecho. Más allá de cualquier discrepancia personal, los separaba una visión radicalmente distinta de la poesía, ya que Juan Ramón se mantuvo siempre fiel a la poesía pura, y con el tiempo, fue depurando aún más su obra, en una línea opuesta a la del chileno.
La Guerra Civil puso duro término a la vida grata y fecunda que Neruda llevaba en España. La muerte de García Lorca le afectó profundamente. El grupo del 27 se dispersó y sus amigos asumieron posturas ideológicas que no podían serle indiferentes. Él mismo cambió de visión poética, de modo que el lirismo subjetivo y esencial fue siendo reemplazado por una tendencia narrativa en la cual la ideología tenía mucho que ver. Pasaría a ver el mundo dividido entre buenos y malos y pone su enorme poesía al servicio de una causa que ya no es únicamente estética. El Yo se siente solidario con muchos y aspira a superar el individualismo primero. Nace España en el corazón (1938), libro combativo, lleno de nombres propios, inflamado de la causa política.

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