domingo, 9 de junio de 2013

LITERATURA hispanoamericana

En la Literatura Hispanoamericana tratamos con el habla de los países americanos donde sus residentes practican el idioma español.

La Literatura Hispanoamericana tiene sus comienzos con la llegada de las tres carabelas de Colón. Cierto que en el Nuevo Mundo existían civilizaciones con culturas propias bien definidas. Desafortunadamente la mayoría de éstas fueron erradicadas. Aunque algunas han logrado sobrevivir, con las que trataremos en la literatura americana. Y todas, de una forma u otra, han influenciado las literaturas de nuestra América Hispana.

La diversidad geográficaes una peculiaridad. Viene dada por la cantidad de países que componen Hispanoamérica. Esto lleva, también, a una diversidad literaria que, en principio, se notará menos porque los virreinatos son pequeños. Al extenderse estos virreinatos, aparecerá la diversidad.
PERIODO COLONIAL
Las primeras obras de la literatura latinoamericana pertenecen tanto a la tradición literaria española como a la de sus colonias de ultramar. Así, los primeros escritores americanos —como el soldado y poeta español Alonso de Ercilla y Zúñiga, creador de La Araucana (1569-1589), una épica acerca de la conquista del pueblo araucano de Chile por parte de los españoles— no habían nacido en el Nuevo Mundo.
Las guerras y la cristianización del recién descubierto continente no crearon un clima propicio para el cultivo de la poesía lírica y la narrativa, por lo cual la literatura latinoamericana del siglo XVI sobresale principalmente por sus obras didácticas en prosa y por las crónicas. Especialmente destacadas en este terreno resultan la Verdadera historia de la conquista de la Nueva España
El espíritu del renacimiento español, así como un exacerbado fervor religioso, resulta evidente en los textos de comienzos del periodo colonial, en el que los más importantes difusores de la cultura eran los religiosos, entre los se encuentran el misionero e historiador dominico Bartolomé de Las Casas, que vivió en Santo Domingo y en otras colonias del Caribe; el autor teatral Hernán González de Eslava, que trabajó en México, y el poeta épico peruano Diego de Hojeda.
México y Lima, las capitales de los virreinatos de Nueva España y Perú, respectivamente, se convirtieron en los centros de toda la actividad intelectual del siglo XVII, y la vida en ellas, una espléndida réplica de la de España, se impregnó de erudición, ceremonia y artificialidad. Los criollos superaron a menudo a los españoles en cuanto a la asimilación del estilo barroco predominante en Europa.
En España, la dinastía Borbón sustituyó a la Habsburgo a comienzos del siglo XVIII. Este acontecimiento abrió las colonias, con o sin sanción oficial, a las influencias procedentes de Francia, influencias que quedaron de manifiesto en la amplia aceptación del neoclasicismo francés y, durante la última parte del siglo, en la extensión de las doctrinas de la ilustración. Así, el dramaturgo peruano Peralta Barnuevo adaptó obras teatrales francesas, mientras que otros escritores, como el ecuatoriano Francisco Eugenio de Santa Cruz y el colombiano Antonio Nariño, contribuyeron a la difusión de las ideas revolucionarias francesas hacia finales del siglo.
Durante esta segunda época, surgieron nuevos centros literarios. Quito en Ecuador, Bogotá en Colombia y Caracas en Venezuela, en el norte del continente, y, más adelante, Buenos Aires, en el sur, comenzaron a superar a las antiguas capitales de los virreinatos como centros de cultura y creación y edición literarias. Los contactos con el mundo de habla no hispana se hicieron cada vez más frecuentes y el monopolio intelectual de España comenzó a decaer.

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